
La petrolera sigue ajena al cambio de modelo necesario para combatir el cambio climático y lleva activa desde 2008 en Alaska. De momento, el Estado de Alaska no ha otorgado la licencia necesaria para la extracción de crudo de este sector del que Repsol es propietaria al 25%.
Según un estudio realizado por la ONG Oil Change International, si la comunidad internacional se toma en serio no permitir que la temperatura global aumente más de 1,5ºC ningún gobierno debería permitir construir nuevas infraestructuras ligadas a la exploración, explotación y transporte de combustibles fósiles como el petróleo desde hoy mismo. Por lo que obviamente los 1,2 millones de barriles de crudo no se deben llegar a extraer y quemar.
“La explotación de crudo carece de licencia. Este crudo es una bomba climática, por lo que celebrar su hallazgo es celebrar cómo una compañía privada se va enriquecer a costa de las víctimas del cambio climático”, ha declarado Pilar Marcos, portavoz de Greenpeace.
Precisamente Repsol junto a Chevron, ExxonMobil, BP o Shell están siendo investigadas en Filipinas por una Comisión de Derechos Humanos por los efectos devastadores producidos por las emisiones de estas empresas de combustibles fósiles, que van desde el ascenso de las temperaturas, hasta sequías o fenómenos meteorológicos extremos como el tifón Yolanda (Haiyan) que dejó 11 millones de personas damnificadas y más de 6.300 muertes.