En esta temporada en que los deseos de prosperidad están en boca y corazón de todos, también debe pasar por la mente que el éxito, el desarrollo, el crecimiento, la riqueza o cualquiera otra cosa similar vinculada a la prosperidad no puede ni debe pasar por encima del cuidado de nuestro entorno. Es más, sin un medio ambiente sano, sin recursos naturales, sin equilibrio ecológico no hay prosperidad posible.
Venimos de modelos que han mercantilizado los recursos hasta llevarlos a la crisis. Hemos visto perderse manglares para dar paso a hoteles (que luego son devastados por los huracanes al no contar con barreras de protección naturales); hemos visto nuestros ríos convertidos en vertederos de sustancias tóxicas de una industria mientras cientos de comunidades carecen de agua potable; hemos visto a nuestros mares convertirse en basureros y albergar islas de plástico mientras se agotan o se contaminan los recursos pesqueros…
Estamos viendo a una especie marina endémica, la vaquita marina, a punto de la extinción por la comercialización del buche de la totoaba; el incremento de la mortandad de las abejas en la Península de Yucatán por una agricultura industrial que busca producir más a costa de lo que sea valiéndose incluso de la siembra ilegal de soya transgénica y hemos visto a compañeros defensores del medio ambiente siendo perseguidos, asesinados, por intentar proteger sus recursos, los recursos que permiten la existencia de nuestra propia especie.
Seguimos buscando y quemando hidrocarburos, seguimos respirando aire contaminado, seguimos creyendo que el próspero es quien viaja en camioneta y el jodido el que anda en bici… jodida la mentalidad que solo entiende la prosperidad como la acumulación de riqueza o el ejercicio del consumo indiscriminado y obsceno.
Es año nuevo. ¿Vendrán nuevas formas de ver y hacer las cosas? Será ya el tiempo de valorar los recursos naturales en el más amplio sentido, económico, social y ambiental.
El cambio climático nos amenaza. Nuestra biodiversidad está en riesgo. Es tiempo de cambio.
Aquí doce deseos para este 2019 que comienza esperando que cada uno se convierta en acciones que los hagan realidad. Lo necesitamos.
1.- Frenar la violencia, incluida por supuesto aquella que se ejerce contra los activistas ambientales
2.- Asegurar la reducción de emisiones en los sectores de energía y transporte transitando al uso acelerado, descentralizado y democrático de las energías renovables
3.- Incrementar los esfuerzos del país en materia de conservación de especies
4.- Proteger nuestro maíz nativo y cerrar definitivamente la puerta a la introducción del maíz transgénico
5.- Promover el uso de transporte público seguro, eficiente, bajo en emisiones, así como alternativas de movilidad no motorizada
6.- Normas más estrictas de calidad de aire como las recomendados por la Organización Mundial de la Salud
7.- Alcanzar una tasa de deforestación cero
8.- Promover la economía circular y desarrollar una estrategia nacional enfocada en la reducción y eficiencia en el consumo de productos y servicios y un futuro sin plásticos
9.- Promover un desarrollo urbano que no sea devastador
10.- Incrementar los fondos de manera transparente y eficiente para atender los impactos del cambio climático
11.- Que todo lo anterior sea integrado de forma transversal en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024
12.- Salud, paz, respeto, libertad, inclusión para cada uno de los que integramos esta sociedad
*Este texto fue publicado originalmente en SinEmbargo