¿El presidente de México frenó o no la producción de energía renovable? ¿Las energías renovables son o no parte del problema de la corrupción? Éstas son seguramente algunas de las preguntas que te haces ahora mismo con respecto al tema de las renovables en nuestro país y el papel del actual gobierno federal.
Desde Greenpeace queremos apostar a una discusión clara y honesta al respecto de un tema que es de importancia máxima para la opinión pública por el medio ambiente, la economía y la justicia social; por eso queremos explicarte con detalle algunas situaciones que te van ayudar a entender mejor el debate actual. Firma aquí por ¡No al bloqueo de energías renovables en México!
Primero: ¿Se bloquea o no la producción de energías renovables en México?
Sí. El pasado 15 mayo, el gobierno federal publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) un documento llamado “ACUERDO por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional”.
Este documento establece lineamientos que regulan la forma en la que funciona el sistema de generación de energía en el país. Exactamente el problema está en el punto 10 de este decreto, que dice que la Secretaría de Energía (Sener) modifica las reglas mediante las cuales se utiliza la electricidad proveniente de diferentes tecnologías en México. El problema central es que faculta al Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) para tomar muchas decisiones pero sin criterios claros.
Por ejemplo, el decreto dice que el criterio principal para el “despacho” en la energía es el costo y la seguridad pero no define éste último concepto sino que lo deja a la subjetividad de quienes dirigen la CENACE. No obstante, la CENACE argumentó en el propio decreto que las energías solar y eólica no son seguras debido a su intermitencia, es decir, a que no generan energía durante todo el día. En otras palabras, la institución que participa en la elección del tipo de energía que más conviene al país ya mostró de antemano resistencias u objeciones contra las energías renovables.
La CENACE también condiciona el ingreso de nuevas centrales de energía renovable (no distingue entre inversión privada o pública) a que exista la infraestructura para generarla, pero México ha apostado por años a las energías fósiles, por lo que la mayoría de la infraestructura es para ese tipo de energías.
CECANCE también limita la posibilidad de incorporar energía renovable al sistema bajo la condición de que las líneas de transferencia no estén congestionadas y a que existan energías no intermitentes (fósiles) que respalden la generación de energías renovables. La evaluación de estas condiciones queda a cargo de la propia CENACE.
Incluso la modalidad de generación distribuida, que permite a las personas generar su propia electricidad a partir de energía solar, tendrá que ser evaluada por el CENACE bajo las mismas condiciones.
Segundo: ¿las renovables son parte del problema de corrupción en este país?
No. Las energías renovables no son por sí mismas el problema central de la corrupción; los intereses económicos de los funcionarios públicos expresados en actos de gobierno autoritarios y poco transparentes, sí.
Las administraciones pasadas sí consolidaron un sistema de otorgamiento de permisos para la generación de energía eólica que benefició a empresas extranjeras a costa de despojar a pueblos indígenas de sus tierras y alimentar con la infraestructura del Estado principalmente a otros corporativos y no a la población mexicana.
No obstante, Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa del Estado para la generación de energía fósil, tampoco escapó a la corrupción de las administraciones pasadas, como lo demuestran las investigaciones que actualmente lleva a cabo el gobierno federal en contra de funcionarios y exdirectivos de esta paraestatal por compra de mobiliario inservible y por otorgamiento ilegal de contratos.
Greenpeace no está pidiendo al gobierno mexicano que pacte contratos con empresas extranjeras ni que permita o solape abusos contra la ciudadanía para la generación de las energías limpias; lo que Greenpeace está pidiendo al Presidente de México es que la transformación del país también pase por una política energética menos costosa, más limpia y más justa, con beneficios para la población, la biodiversidad y la salud.
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Que no se prioricen combustibles fósiles altamente contaminantes como el combustóleo, el carbón y el gas natural para producir la energía que necesitamos, sobre fuentes renovables que son más baratas y ayudan a combatir el cambio climático.
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