Mira alrededor de tu casa. Abre cualquier lugar en el que guardes cosas. Elige cualquier producto. Observa sus características y pregúntate de qué está hecho, si tiene más empaques de los que necesita, dónde lo adquiriste y dónde fue elaborado. ¿Cuántos recursos y de qué tipo se requirieron para producirlo, transportarlo y venderlo? ¿Quién lo fabricó? ¿en dónde?
Vuelve a observar ese mismo producto y hazte estas preguntas: ¿qué uso le das en tu vida diaria? ¿Cuánto tiempo más vas a usarlo? ¿Qué va a pasar con él cuándo lo deseches?
Cuando conocemos las formas de producción, el tiempo de vida y el destino final de las cosas que adquirimos conseguimos entender mejor por qué y cómo nuestros hábitos de consumo dañan al planeta.
Consumo y consumismo
Sí. Todas las personas necesitamos consumir bienes y servicios para nuestra vida diaria. El problema es cuando hacemos consumos excesivos e innecesarios. A eso se le llama consumismo y es la causa del 60% de todas las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), de acuerdo con un estudio de distintas universidades de Estados Unidos sobre el consumo y las emisiones de efecto invernadero en 79 ciudades.
Te contamos, con base en información recopilada por Greenpeace en distintos informes, por qué nuestro consumismo daña al planeta:
—La gran mayoría de lo que consumimos tiene plástico, se requiera o no. Los plásticos contribuyen a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) desde la extracción de los recursos con los que se producirán (combustibles fósiles), su fabricación, su transporte, hasta su disposición final. Cuando se convierten en residuos emiten metano y etileno por exponerse a la radiación solar en agua o aire. Pese a eso, cada año se producen en el mundo 380 millones de toneladas plásticas para diversos usos; de los cuales, 12.7 millones llegan a los océanos que dañan la vida de más de 700 especies.
—Los productos de origen animal contribuyen a alrededor del 60% de las emisiones de GEI globales relacionadas con los alimentos. La carne y los productos lácteos son los elementos de nuestra dieta que contribuyen en mayor medida al cambio climático además de que contribuyen a la pérdida de biodiversidad, de acuerdo con nuestro reporte Menos es Más.
—El sistema alimentario es responsable del 80% de la deforestación actual de algunos de los bosques con mayor biodiversidad del planeta, siendo la expansión de la ganadería y la producción de piensos la principal causa individual de esta destrucción, con base en datos del informe previamente citado.
— El consumo de pescado está creciendo a un ritmo mayor que la tasa de población mundial. Los océanos continúan siendo explotados de forma desenfrenada y los stocks pesqueros se encuentran bajo una enorme presión. Debemos proteger nuestros océanos, ya que tienen un papel central en la conservación del equilibrio de nuestro planeta y en el combate al cambio climático, según datos recopilados por Greenpeace España.
—La industria tecnológica tiene obsolescencia programada que promueve la sustitución de productos en lugar de la reparación. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que México encabeza la lista de los mayores generadores de “basura electrónica”. Cada habitante genera 3.2 kilogramos en promedio anualmente. De las más de 1.032 toneladas de basura electrónica que se desechan al año, menos del 17% se logra reciclar.
— El impacto de la ropa y calzado con la que nos vestimos a diario es cada vez mayor en la salud del planeta. Cada año se fabrican 100 mil millones de prendas de ropa. En promedio cada persona compra 60% más artículos de vestir que hace 15 años y los conserva la mitad de tiempo, con base en datos de Greenpeace. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la producción mundial de ropa y calzado genera el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
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Definitivamente hay opciones, ¿cuál es la solución?
El sistema económico que impera en el mundo depende del consumismo. Las corporaciones necesitan más consumidores para ampliar su riqueza. Esto, nos dicen, genera empleos y oportunidades de desarrollo para los países.
Sin embargo, ese sistema es injusto porque para producir más, devasta y explota los bienes y recursos naturales de las comunidades que los protegen. Daña ecosistemas completos y empobrece a las personas que emplean en su cadena de producción: personas obreras, jornaleras, campesinas y pequeños productores.
Necesitamos dejar atrás el falso dilema entre la protección del planeta y el desarrollo económico o la creación de empleos. Al contrario, en México están naciendo nuevos modelos de negocios basados en una cultura cero residuos que ofertan productos libres de plásticos, así como productos locales que son responsables con el ambiente y tu salud. En nuestra Guía de consumo responsable hemos mapeado más de 70 negocios locales que ofrecen todas o algunas de estas alternativas, al final de este blog puedes registrarte para descargarlo.
Debemos transformar nuestros hábitos de consumo bajo la premisa de consumir menos y mejor. Para ello, podemos optar por el consumo local, así como evitar comprar nuevos productos mediante la reutilización, reparación, renovación o intercambio de lo que ya tenemos en casa.
Mira de nuevo a tu alrededor y haz algo más: ¿cuántas cosas de las que tienes ahí en realidad no necesitas? ¿Cuántas se pueden transformar en algo que sí necesites tú o alguien más? ¿Cuántas aún pueden extender su tiempo de vida? Imagina tu casa y tu ciudad más verde y más justa a partir de repensar y reinventar tu consumo, eligiendo menos y mejor.
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Hoy tenemos la oportunidad de hacer frente a esta crisis y reinventar nuestro estilo de vida y el modelo actual de consumo masivo hacia uno que sea más sustentable, donde consumamos responsablemente, poniendo a las personas y al planeta en el centro.
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