Estamos en una lucha constante por el transporte y la dignidad en nuestras ciudades, el derecho a la salud y a tener un medio ambiente sano.
Somos viajeras y viajeros urbanos. Todos los días usamos el transporte público o particular para trasladarnos a nuestros trabajos, escuelas y demás actividades cotidianas. Sin excepción, todas las personas debemos movernos de un punto a otro, sin embargo, la infraestructura e ideología sobre la que recae el sistema de transporte urbano parece tener una carencia grave de igualdad, previsión y eficiencia, que se traduce en un desmedido parque vehicular (en incremento) que reclama más y más calles y avenidas; aumentos alarmantes en los índices de contaminación con afectaciones incontrovertiblemente graves a nuestra salud y, la progresiva deshumanización de la convivencia social diaria en nuestras comunidades.
Somos la generación que está heredando estos y más problemas a raíz de una mala planeación de la red y servicios del transporte público y particular que se observa día a día tanto en las calles como al interior del sistema de trasporte público.