- Tambien tiene nombres de comunidades, de personas
- Son los rostros de quienes sufren el cambio climático
La expresión de Aleida refleja dignidad y fuerza, pero también un justo reclamo.
Tras el paso del huracán Erick, más del 80 por ciento de los hogares de Cuajinicuilapa, una población ubicada en la costa chica de Guerrero, fueron afectados. Aleida hace el recuento: mucha vegetación fue devastada, se experimenta un aumento de la temperatura y el ecosistema en general permanece en desequilibrio lo que, asegura, les coloca a ella y su comunidad, en un estado de indefensión permanente frente a este tipo de eventos climáticos.
“Esas son las afectaciones a grandes rasgos de lo que ha representado recibir el impacto año tras año de estos fenómenos meteorológicos, y es importante hablar de cómo se cruza la racialidad y la marginalización de las poblaciones, en este caso la población afromexicana, con la crisis climática. No están separadas, la injusticia racial con la injusticia climática que vivimos hoy y Cuajinicuilapa es uno de esos casos. Entonces es necesario que se hagan consultas libres, previas e informadas con las comunidades para saber cuáles son las necesidades y cómo se profundizan estas desigualdades estructurales con estos fenómenos, demanda Aleida.
Greenpeace acudió a esta comunidad, hasta ahí llevó también la factura de un modelo que alimenta el cambio climático: el de la deforestación, el de la agricultura y la ganadería industrial, el modelo energético del petróleo, el gas y el carbón.
El “ticket” gigante que Greenpeace México desplegó antes en un edicio dañado hace dos años por Otis, también en el estado de Guerrero, tiene números: ciento setenta y siete mil cuatrocientos veintitrés millones, trescientos cincuenta y cinco mil, ciento sesenta pesos con ochenta y dos centavos (177 423 355 160. 82) que es el recuento en cifras por los daños ocasionados por fenómenos meteorológicos extremos en los últimos diez años, pero viajamos hasta Cuajinicuilapa para mostrar que más allá de los números, la crisis climática tiene rostros.
Desde esta comunidad pedimos se escuche la voz de Aleida Vázquez y la de tantas otras personas afectadas que urgen al gobierno a construir e implementar una política nacional con enfoque de derechos humanos, género y justicia climática y racial que garantice la participación plena y soluciones dignas para las personas desplazadas y afectadas.
“La exigencia es que se garantice el ejercicio pleno de nuestros derechos, y para eso el Estado tiene que destinar recursos para que nuestros territorios tengan una estructura que nos ayude a solventar estos eventos, porque el calentamiento global es una realidad que ya nos superó; entonces pensar en la mitigación y adaptación de estos territorios para que se garantice nuestra salvaguarda de la vida propia y de la dignidad en nuestras comunidades”, pide Vázquez.
Consulta el comunicado de prensa.

