Al consumir local y ecológico cuidamos nuestra salud y la del planeta, ya que favorecemos un consumo responsable con el medio ambiente y con la sociedad en la que vivimos. 

El consumo responsable implica que al momento de elegir los bienes y servicios que vamos a consumir tengamos en cuenta sus posibles impactos ambientales y sociales, de modo que prefiramos aquellos que no solo son menos dañinos, sino que contribuyen a construir un modelo económico y social que pone en el centro a la protección ambiental y a la construcción de relaciones más justas y equitativas entre todas las personas. Pero ¿Qué implica este tipo de consumo en términos de nuestras elecciones del día a día?

Este tipo de consumo implica que en lugar de adquirir lo que necesitamos en el supermercado o en el centro comercial decidamos consumir en iniciativas de consumo alternativo, como es el caso de las cooperativas de consumo, los huertos urbanos, los mercados de productores, los tianguis agroecológicos, etc. Aunque estas opciones parecen algo fuera de lo común, en la realidad tienen una amplia presencia en nuestras ciudades. Lo único que necesitamos es informarnos y animarnos a conocerlas. 

Pero, ¿por qué es mejor un producto comprado en alguna de estas iniciativas en lugar de en el supermercado o tienda de conveniencia en la que siempre suelo comprar? 

Las ventajas de estas iniciativas de consumo radican en que:

  • Ofrecen alimentos más sanos, frescos, naturales, de temporada, de bajo grado de procesamiento y alto valor nutricional. La mayoría de las iniciativas produce  mediante prácticas agroecológicas o están en transición hacia una agricultura ecológica, que evita el uso de agrotóxicos dañinos para la salud y el planeta y que son libres de transgénicos. A diferencia de aquellos que encuentras en supermercados y tiendas de conveniencia que muchas veces son congelados, ultraprocesados, en su mayoría de bajo valor nutricional y muy altos en calorías, producidos mediante la agricultura industrial, con agrotóxicos y que pueden contener transgénicos. Al no conocer con exactitud quién los produce, cómo se producen y dónde se producen, corremos el riesgo de consumir algún producto procedente de la agricultura industrial que dañe nuestra salud.
Foto: Huerto Tlatelolco / Gabriela Vargas Romero
© Greenpeace / Chris J Ratcliffe
  • Ofrecen productos locales, cosechados o elaborados artesanalmente en la misma ciudad donde se consumen, o cerca de ella (estados vecinos, ciudades vecinas, etc.). Esto reduce la distancia que los productos  viajan del lugar de producción al lugar de consumo, reduciendo así su huella de carbono e impulsando la economía local; también se impulsa la gastronomía típica  evitando la importación de alimentos que vienen de lugares lejanos y que no son de temporada, que por tanto no son ecológicos. En lugares como supermercados encontramos gran oferta de productos importados y fuera de temporada.
Foto: Pacha Verde / Brenda Percastegui Gutiérrez
© Greenpeace / Megan Phillips
  • Las iniciativas de consumo responsable no están 100% libres de plástico y otros empaques de un solo uso pero muchas tienen proyectos para reducir esto y venden muchos productos a granel (sin empaque). En los supermercados y tiendas de conveniencia prácticamente todo lo que buscamos está empaquetado, lo cual contribuye a generar residuos que después llegan a la naturaleza.
Foto: Lake Chapala Farmers Market / Saúl Polino Cabañas
Plásticos de productos de supermercado.
  • Las iniciativas de consumo responsable ofrecen productos cosméticos y para el cuidado personal que están hechos artesanalmente con ingredientes naturales, por ejemplo, con plantas cultivadas en huertos comunitarios. La oferta es amplia, desde cremas para rostro y cuerpo, jabones, maquillaje, exfoliantes, hasta protector solar, y a precios muy accesibles. En los supermercados y centros comerciales, la mayoría de estos productos contienen químicos dañinos para la salud, sustancias derivadas del petróleo y microplásticos añadidos. La piel es el órgano más grande del cuerpo por lo que tenemos que informarnos muy bien,  para tomar las mejores decisiones, cuidarlo y no poner en riesgo nuestra salud.
Foto: María Sativa / María Fernanda Livier Valadez
© Greenpeace / Fred Dott
  • Ofrecen productos textiles elaborados artesanalmente, con diseños tradicionales y con un menor impacto ambiental que los marcas de moda rápida, también llamada fast fashion.
Foto: Red de Mujeres Artesanas, Cocineras Tradicionales y Productoras de la Huasteca / Xochitlatzumanij
© Greenpeace / Will Rose
  • En las iniciativas de consumo responsable se busca una relación más estrecha entre productores/as y consumidores/as, por lo que los primeros están receptivos a escuchar propuestas de mejora, como reducir el uso de plásticos. Esto no es tan sencillo con las grandes empresas que ofertan sus productos en supermercados y que no tienen canales de comunicación directos con las y los consumidores.
Foto: Huerto Tlatelolco / Gabriela Vargas Romero
© Greenpeace / Tim Cole
  • Al consumir en las iniciativas de consumo responsable apoyamos con nuestra compra la economía familiar de las productoras y productores que participan en ellas, contribuyendo al fortalecimiento de la economía de nuestras ciudades y regiones. En cambio, si compramos en supermercados y centros comerciales, damos nuestro dinero a las grandes empresas transnacionales que están detrás de la contaminación del planeta y de la desigualdad social.
Foto: Huerto Tlatelolco / Gabriela Vargas Romero
© Greenpeace / Tim Aubry

Si quieres conocer más sobre estas iniciativas de consumo alternativo y sobre más beneficios del consumo responsable, visita nuestro micrositio consumoresponsable.greenpeace.org.mx  

Consume menos, consume mejor

Hoy tenemos la oportunidad de hacer frente a esta crisis y reinventar nuestro estilo de vida y el modelo actual de consumo masivo hacia uno que sea más sustentable, donde consumamos responsablemente, poniendo a las personas y al planeta en el centro.

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