Incendio forestal en Epuyén, Chubut © Matias Garay / Greenpeace

Este verano el fuego avanza hacia el sur del país quemando bosques nativos. La crisis climática exige prepararse para posibles escenarios como éste. A nivel provincial como nacional se necesita más prevención, brigadistas e infraestructura para respuesta rápida a focos que luego se vuelven incontrolables. En este caso el fuego se inció por rayos, pero en el 95% de los incendios son por negligencia, accidente o intencionalidad. En esta entrevista el diario El Cordillerano habla con Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina sobre la situación urgente actual.

“El peligro de un incendio urbano en Bariloche es latente”, aseguró el coordinador de la campaña de bosques de GreenpeaceHernán Giardini, al referirse a los riesgos permanentes de fuego en la Patagonia. En tal sentido, expuso que una situación de ese tipo, por ejemplo, podría iniciarse “en las laderas de los cerros con bosque nativo”. “Habría que tener un protocolo de cómo actuar ante un escenario de ese tipo”, señaló el experto, que se desempeña en Greenpeace desde hace diecinueve años.

Giardini aclaró que, en un caso hipotético de ese tipo, existe en la localidad una gran cantidad de bomberos voluntarios para tratar de controlar las llamas. “Pero el peligro es si hay una situación de alto nivel de focos en un día de mucho calor y viento… Hace poco se prendió un domo en el cerro Otto. Si no lo apagaban rápido y el fuego agarraba los cipreses y algunos pinos, por ahí hubiera terminado en el centro ‘comiéndose’ un montón de casas”, advirtió.

El representante de Greenpeace habló del tema en el marco de los incendios que azotan en este momento a la zona patagónica, tanto en el Parque Nacional Nahuel Huapi como en Epuyén.

Incendio forestal en Epuyén, Chubut © Matias Garay / Greenpeace

“Hay un contexto de crisis climática que, más allá de la posibilidad de tener tormentas eléctricas, que es un tema cada vez más recurrente, genera veranos calurosos”, explicó Giardini, para después sumar: “Cuando se da la combinación de vientos fuertes, temperaturas altas y humedad baja, cualquier foco se puede convertir en un incendio de magnitud si no se logra apagar a tiempo”.

El experto desarrolló: “Hay focos, los menos, que tienen que ver con temas naturales, pero el noventa y cinco por ciento de los casos se vincula a causas humanas. Puede ser por negligencia, que es mucha. Asados mal apagados, fogatas en sitios que no corresponden, colillas de cigarrillos, quema de residuos forestales… También existe un porcentaje de intencionalidad”. 

Incendio en Chubut en cercanías a la comuna rural Dr. Atilio Oscar Viglione

Respecto a esa última opción, detalló: “Algunos casos tienen que ver con cuestiones psicológicas, por piromaníacos, que hay muchos más de los que imaginamos. Existen estudios acerca de una recurrencia, con gente que se dedica a prender fuego porque sí”.

“Otra intencionalidad puede tener que ver con buscar un cambio de uso de suelo. Básicamente, eliminar el bosque con algún motivo especulativo, porque no le están permitiendo desforestar”, añadió.

Asimismo, en lo que hace a ciertos casos, donde se suele apuntar a un origen vinculado a conflictos indígenas, Giardini opinó: “La acusación que algunos dirigentes políticos a veces hacen en relación a que los incendios los provocan los mapuches es infundada, irresponsable y maliciosa”.

Más allá de eso, remarcó: “Que los focos se conviertan en incendios de magnitudes importantes tiene que ver con que el sistema actual, tanto a niveles provinciales como nacional, en general, no está adaptado a la crisis climática que estamos sufriendo”. “Deberíamos tener muchos más brigadistas e infraestructura para el ataque rápido a los focos”, apreció.

“Nuestro sistema, que es colaborativo, es bueno a medias. A largo plazo, se demuestra un problema de manta corta (se tapa de un lado y se destapa del otro). Por ejemplo, ahora tenemos dos incendios de magnitud, el del Parque Nacional Nahuel Huapi y el de Epuyén, pero si surgieran tres más habría que decidir a cuál se lo deja un poco para reforzar otro. La capacidad no da para atender incendios múltiples, que es un escenario posible en el corto plazo”, expuso el referente de Greenpeace, quien hizo hincapié en situaciones que pueden producirse “en el ejido urbano”. “Bariloche, por ejemplo, debería tener un plan para saber cómo trabajar en un incendio de magnitud en el cerro Otto, donde vive muchísima gente, es decir, ¿cuáles son los protocolos de evacuación y cómo se encararía un incendio de interfase?”, sostuvo, recordando que “hay situaciones que no son intencionales, como una fogata, pero pueden derivar en un desastre”.

También apuntó a una cuestión relevante en esta región: “Un tema importante es el de las plantaciones de exóticas. En el caso de Epuyén, se vio con claridad cómo, por tener tanto pino en el ejido urbano, se pasó a un incendio de magnitud que en apenas doce horas se llevó más de dos mil hectáreas”. “La temática, sobre todo en las ciudades patagónicas, merece un programa de reemplazo de los pinos, con el fin de volver a tener el bosque nativo que había”, indicó.

Por otra parte, remarcó la necesidad de campañas de prevención: “En localidades como Bariloche habría que recibir a los turistas con folletos, explicando dónde y por qué no pueden hacer fuego”.

“En esta etapa del año se combinan varias situaciones complicadas. De por sí, es la época seca de los bosques andinos patagónicos, a lo que se suma la crisis climática y, en ocasiones, fenómenos como La Niña, con sequía. Se añade que los veranos son cada vez más calientes y hay mucha más actividad en los bosques, con turistas y locales. Todo eso depara una posibilidad enorme de focos, y si uno de ellos se llega a escapar… Existe un trabajo arduo innegable y loable de los brigadistas, pero, por ejemplo, el incendio actual en el Parque Nahuel Huapi se va a parar por completo recién en abril… Ojalá me equivoque, pero si no hay una lluvia muy fuerte será difícil de detener”, expresó Giardini.

En ese sentido, consideró que “habría que mejorar el ataque rápido a los focos”.

Incendio en Los Manzanos © nahuelhuapi.gov.ar

Incluso se refirió a situaciones que suceden en países más equipados, donde si no se interviene a tiempo las llamas tampoco pueden frenarse: “En Estados Unidos, Los Ángeles está prendida fuego y con toda la tecnología que tienen no lo pueden parar, porque cuando ya se desató un incendio de magnitudes, apagarlo es prácticamente imposible, y lo que se hace es controlarlo”. “Hay que tener un sistema de alerta temprana”, afirmó.

Argentina carece de medios. El sistema de manejo del fuego es federal, colaborativo y depende de que no se produzcan incendios múltiples. Acá lo fundamental es el ataque rápido, y si se llegan a dar cuatro o cinco incendios simultáneos, en alguno van a pedir ayuda y no se la van a poder dar. El sistema colaborativo resulta positivo, pero si no hay que depender solo de él”, consideró.

“Los gobiernos, en general, están subestimando la situación de crisis climática que nos va a enfrentar a esto de manera más recurrente”, aseveró.

De tal forma, manifestó: “Se suele trabajar sobre el hecho consumado y se gasta poco en prevención. Ya se sabía que este verano iba a haber incendios…”.

Así, expuso que históricamente, en la Argentina, la cuestión ha sido un tema que “se ha subestimado mucho”. “Ahora ha cambiado el escenario ambiental y las condiciones son más graves. Hay más población, mayor impacto sobre el bosque y más condiciones climáticas para que los incendios se expandan”, dijo.

De esa manera, aseguró: “El cambio climático existe y es responsabilidad humana, en gran medida por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) para producir energía, y también por la deforestación. Esos son los dos temas que más han contribuido al problema. Son las cosas que debemos frenar. Desde que se mide la temperatura, el año pasado, en promedio, fue el más caliente del planeta. Cada año que pasa se va rompiendo el récord”.

Cuando se le consultó acerca de la bajada de línea en la Administración de Parques Nacionales de evitar hacer referencia al cambio climático, Giardini consideró: “Es una ridiculez, porque se trata de algo real. Es ridículo que en un organismo alguien no se pueda basar en la ciencia para dar cualquier tipo de declaración. No tiene asidero. Es como no poder hablar de la gravedad. No lo dicen solo los ecologistas, sino que el noventa y nueve coma noventa y nueve por ciento de los científicos del mundo habla de las causas humanas de la crisis climática. El consenso científico es total”.

“Y también hay un consenso político. Las reuniones por el cambio climático van de China a Rusia y Estados Unidos, países con distintas miradas sobre lo que hay que hacer, pero que no desconocen que algo debe hacerse”, subrayó, pero al señalársele que Argentina está tomando un camino diferente respondió: “Lo que el país está haciendo es una rareza que lo deja aislado del mundo”.

En tal sentido, al hablar acerca de la posición argentina contra la agenda 2030, acentuó: “Es una agenda de derechos humanos y ambiental que, para algunos, incluso puede resultar insuficiente. La han firmado países de diferente tinte político. Se trata de un consenso mundial en base a acuerdos globales”.

A la hora de buscar motivos en relación a la posición del Gobierno argentino, reflexionó: “Seguramente responde a muchos mitos y probablemente a una mirada muy enfocada en la libertad de poder hacer con la naturaleza lo que se quiera, una percepción del siglo XIX, o incluso del XVIII. Una postura arcaica que sería entendible leyéndola en un libro de política de hace doscientos años, pero no a esta altura de la historia de la humanidad”.

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