- Las vidas perdidas, las comunidades aisladas, son muestra de ello: Greenpeace México
- Nuestro país no puede seguir apostando a proyectos que exacerban el cambio climático, los impactos ya están aquí
La organización ambientalista Greenpeace México lamenta profundamente la pérdida de vidas registradas en nuestro país a consecuencia de los impactos de las intensas lluvias de los recientes días en cinco estados de la República: Veracruz, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Querétaro, entre otros.
Además de los fallecimientos que al 13 de octubre suman 64, de acuerdo con cifras de la Coordinación General de Protección Civil del gobierno federal, existen un número similar de personas desaparecidas y el número de localidades dañadas alcanzan ya los 250.
Cada décima de grado que aumenta la temperatura terrestre, los patrones del tiempo atmosférico, ciclos planetarios, fenómenos meteorológicos y los ecosistemas sufren modificaciones que parecieran imperceptibles pero cuyos impactos son cada vez más devastadores para la vida y las personas.
Durante años recientes hemos visto cómo los “desastres naturales” son cada vez más frecuentes y de mayor magnitud, pero ¿son en realidad naturales? No, este tipo de desastres son una mezcla entre fenómenos exacerbados por las actividades económicas empresariales y corporativas de alto impacto, mala planeación urbana, infraestructura deficiente y la ausencia o inutilidad de planes de respuesta, es decir, políticas de adaptación al cambio climático.
Este año hemos visto cómo gran parte del territorio nacional queda bajo el agua: la Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Hidalgo, etc. están siendo impactados por el cambio climático. La prevención y respuesta a estos desastres por parte de las autoridades ha mostrado que nuestro país no está preparado para hacer frente al cambio climático; los mecanismos de alerta temprana, de prevención y protección civil y las políticas de adaptación estatales y municipales han sido claramente insuficientes para proteger a la gente y a los demás seres vivos con los que compartimos el espacio.
“Pareciera que tenemos mala suerte por nacer donde nacimos, que aquí nos tocó vivir y hay que ponerle el pecho, pero lo cierto es que esto no es producto de la desfortuna, esto es producto de decisiones políticas que, a pesar de saber con claridad desde hace décadas que el cambio climático está aquí y nuestro país es extremadamente vulnerable, han decidido gastar el dinero para adaptación y mitigación al cambio climático (anexo transversal 16) en construir gasoductos en lugar de construir condiciones adecuadas para que los estados y los municipios puedan atender y prevenir de forma efectiva este tipo de situaciones”, señaló Pablo Ramírez, campañista de Justicia Energética de Greenpeace México.
Este año la cifra de personas que han perdido la vida va en aumento, y las vidas más que humanas ni siquiera se contabilizan; los daños económicos son enormes y todo lo intangible que se pierde es incalculable: historias, tradiciones, hogares, etc. Todo eso se va, pero no se le puede poner una cifra en el recuento de los daños.
Mientras tanto, el presupuesto sigue mostrando recortes al sector ambiental, sigue aumentando el presupuesto para la extracción, transporte y quema de combustibles fósiles; se aumentó el presupuesto para fracking (aunque las autoridades nos quieran engañar hablando de estimulación geológica y yacimientos de difícil acceso, es fracking) poco y nada se hace por repartir mejor la energía. La pobreza energética, lejos de bajar, aumenta, y paradójicamente un país rico en energía tiene a uno de cada tres hogares sin poder satisfacer sus necesidades más básicas de energía.
“Y entonces ¿qué sucede?, ¿quién se lleva la energía? ¿quién se beneficia de los megaproyectos y las zonas de sacrificio? Claramente no es la gente. Pero cuando hablamos de quién paga el precio de la crisis climática, la realidad es otra y es tan cruda, cruel y despiadada como las propias imágenes de nuestro México ahogado por las tormentas, por los ríos desbordados y las malas y nulas decisiones políticas”, abundó Ramírez .
Necesitamos tomar en serio esta crisis que ya nos afecta, necesitamos darle la prioridad que requiere. Tenemos que dejar de alimentar el fuego que agrava la crisis climática y sobre todo tenemos que construir las capacidades y políticas necesarias para hacer frente a los impactos que ya están aquí. Es fundamental mejorar las políticas de adaptación, porque en países como México la adaptación significa salvar vidas.
Para mayor información y entrevistas comunicarse con Sara Del Real, oficial de prensa de Greenpeace México al 5540845320 y a correo [email protected]