Desde la década pasada y por primera vez en la historia de la humanidad, la mayor parte de la población mundial vive en ciudades y no en zonas rurales. En México la tendencia es aún mayor, ya que casi el 80% de los mexicanos vivimos en zonas urbanas, con casos tan dramáticos como la Ciudad de México, una de las más pobladas del mundo.
En el contexto del cambio climático, las ciudades se han convertido en un espacio protagónico. La primera razón de esto es su importancia en la generación de emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) que están calentando el planeta.
Las ciudades mexicanas son las mayores contribuyentes en la aceleración del cambio climático, por la cantidad de emisiones contaminantes que generan provenientes de la quema de combustibles fósiles y de la generación de aguas residuales y residuos sólidos, principalmente. Para 2015 México registró emisiones de dióxido de carbono (CO2) per cápita de 3.74 toneladas métricas (Tm) por habitante, 18.34% mayores a las que tenía en 1993.

Tráfico en Ciudad de México
Aunque las ciudades del mundo ocupan menos del 2% de la superficie de la tierra, son responsables por la mayor parte de las emisiones totales de GEI, entre ellas del 71 al 76% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), de energía eléctrica, según cifras de ONU Habitat. En 2015, México emitió 683 millones de toneladas de bióxido de carbono equivalente (MtCO2e) de gases efecto invernadero (GEI), de las cuales 64% corresponden al consumo de combustibles fósiles.
De acuerdo con la Sexta Comunicación Nacional ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nuestro país reportó que “aunque representan un porcentaje insignificante de la superficie del país (0.73%), en las ciudades de 50,000 mil o más habitantes habita aproximadamente 67% de la población nacional y son las principales contribuyentes al cambio climático”. Las zonas metropolitanas del Valle de México, Guadalajara y Monterrey contribuyeron aproximadamente con el 53% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y hasta 22% de las emisiones nacionales.
En la Ciudad de México, por ejemplo, los 5.7 millones de autos que existen en su zona metropolitana (ZMVM) son la primera fuente de emisiones de GEI en la ciudad, y su consumo de combustibles fósiles es responsable del 95% de las emisiones de CO2, según el Inventario de Emisiones 2016. Además de fomentar el cambio climático, estas emisiones son el primer causante de la contaminación atmosférica que deteriora la calidad del aire en ciudades como Monterrey, Guadalajara, Puebla o Querétaro.
Además del transporte alimentado con combustibles fósiles y de todas las actividades que requieren un gran consumo de energía, otro detonante de las emisiones urbanas es la construcción misma de ciudades: la expansión urbana que se realiza comúnmente al convertir suelo agrícola o natural, y en el proceso usa grandes cantidades de cemento, acero y otros materiales con una huella importante de carbono.
Además de contribuir al cambio climático, las ciudades también padecerán cada vez más sus efectos. Es decir, son tanto causa como consecuencia. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), en su Quinto Informe de Evaluación, reportó que los riesgos urbanos derivados del cambio climático están aumentando, e identificó que “muchos de los riesgos climáticos globales clave que están emergiendo se encuentran en centros urbanos”.
Es por ello que debemos actuar ahora para reducir las emisiones desde nuestras ciudades, con el cambio de hábitos y formas de movilidad, pidiendo más y mejor transporte público no contaminante.
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Exijamos más y mejor transporte que nos ayude a mejorar el aire que respiramos en nuestras ciudades
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