El consumo anual de la carne en México, asciende a unos 62 kilos por persona; en 2018, el consumo de este alimento aumentó 3.7% con respecto al año anterior, según cifras del Consejo Mexicano de la Carne.
El problema con esto es que la industria ganadera es una de las más contaminantes en el mundo por, entre otras cosas, todos los bienes naturales que requiere para su producción.
¡Sí, tu dieta diaria está acabando con el planeta!
Te damos cinco razones para comer menos carne y salvar el planeta:
1. La deforestación para el pastoreo destruye hábitats naturales
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), estima que en el mundo hay más de 28 mil millones de cabezas de ganado.
El terreno que se requiere para que todos estos animales pasten equivale a 1.5 el tamaño de México. Otro dato: 80% de la deforestación de la Amazonia se atribuye a la actividad ganadera.
Al convertir los hábitats naturales –bosques y selvas– en tierras destinadas al pastoreo, se mata o condena a la extinción a las especies que viven en esos territorios. La revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences responsabilizó a la deforestación de la pérdida de población de mamíferos hasta en 70%.
Entre 1961 y 2009 el número de pollos, cerdos y ganado sacrificado per cápita aumentó más del triple, en 2009 se sacrificaron más de diez animales por cada persona en el planeta. Si esta tasa continúa, este año se tendrán que sacrificar 76 mil millones de animales para satisfacer el consumo de carne y productos lácteos, de acuerdo con el reporte Menos es más, de Greenpeace.
2. Genera más gases de efecto invernadero que todos los transportes juntos
La ganadería es la responsable de la emisión del 14% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se producen en el mundo.
Cuando se corta un árbol, éste no solo deja de absorber dióxido de carbono, sino que libera grandes cantidades del mismo. Por ello, la deforestación causa una cuarta parte de todas las emisiones de carbono producidas por el ser humano, según la FAO.
Para llevar un corte de carne a tu mesa, el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero que el que se genera con todas las formas de transporte.
Otra forma de decirlo: imagina un autobús que para limitar el calentamiento global a 1.5 ºC para el año 2050 dispone de 20 asientos para gases de efecto invernadero. Se prevé que de estos 20 asientos el sistema alimentario ocupará 11 asientos si continúa aumentando el consumo de carne. Esto deja sólo nueve asientos para el resto de los sectores clave de nuestra economía (energía, industria, transporte y demás), según datos del reporte de Greenpeace.
3. Genera desigualdad
El tercer problema con la carne es que su producción en masa enriquece a las industrias y empobrece a la población, principalmente la campesina.
Las y los campesinos son los principales —y en ciertos casos, los únicos— proveedores de alimentos para más del 70% de la población del mundo, y producen esta comida con menos del 25% de los recursos (agua, suelo, combustibles) que lo hacen las grandes empresas agropecuarias, de acuerdo con el informe ¿Quién nos alimentará? de la fundación Heinrich Böll.
En contraste, las empresas ganaderas utilizan más del 75% de los recursos agropecuarios del mundo (terreno, animales, plantas y agua), pero sólo provee los alimentos a menos del 30% de la población mundial.
Y eso no es todo, las ganancias de esta industria le cuestan mucho a nuestros bolsillos: por cada dólar que los consumidores pagan por productos ganaderos y agrícolas en los supermercados, al final pagan otros dos dólares, a través de sus impuestos, por los daños ambientales y a la salud que la misma cadena provoca, según el mismo reporte.
4. Acaba con el agua
Para producir un kilogramo de carne se requiere entre cinco mil y 20 mil litros de agua, según el Instituto de Ingenieros Mecánicos.
A nivel mundial, la huella hídrica global de la producción ganadera representa 29% de la huella hídrica de toda la producción agrícola.
Entre 1996 y 2005 esto significó el uso de 2,422 billones de metros cúbicos al año; 87.2% agua verde (agua de lluvia), 6.2% agua azul (superficial y subterránea) y 6.6% agua gris (agua dulce necesaria para asimilar contaminantes).
5. Daña nuestra salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a la carne procesada como “carcinógena para los humanos” y la carne roja como “probablemente carcinógena para los humanos”. Además, el consumo excesivo de carne, en combinación con otros factores como la falta de ejercicio físico, contribuye a deteriorar nuestra salud, generando sobrepeso, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
Además, el aumento a nivel mundial del consumo de carne, grasas y azúcar refinado ha contribuido a que tanto en países de rentas bajas, como medias o altas sean más prevalentes la obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes tipo II, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
Por otra parte, el uso masivo de antibióticos en la ganadería industrial contribuye significativamente al desarrollo de resistencias a estos medicamentos. Según la OMS, la resistencia a antibióticos podría provocar más muertes que el cáncer en 2050.
Pero la ganadería industrial no es “un mal necesario”, ya que existen alternativas para alimentarse de forma más sostenible.
¿La recompensa? Reducir 50% el consumo y producción de carne y lácteos supondría una reducción del 64% de la emisión de gases de efecto invernadero en 2050 del sector agrícola; disminuir entre 20 y 40% el riesgo de extinción estimado para 2060 para aves y mamíferos de mediano y gran tamaño; destinar muchísimas más tierras a producir alimentos para las personas; reducir la huella hídrica del sector agrícola y mejorar la calidad de las aguas; y evitar al año en 2050 unos 5 millones de muertes.