El racismo ambiental en México afecta desproporcionadamente a comunidades racializadas, principalmente indígenas, y provoca un deterioro en su salud, bienestar, modo de vida y entorno natural.
Se trata de un fenómeno social del cual poco se habla y aún menos se ha estudiado, pero cuyos efectos son ampliamente notorios y afectan el futuro y la salud de miles de personas.

¿Qué es el racismo ambiental?
El término racismo ambiental se usó por primera vez en 1982 por el investigador y líder de derechos civiles Benjamin F. Chavis Jr. durante una protesta en Warren County, Carolina del Norte, Estados Unidos.
Esta protesta se llevó a cabo porque la comunidad, en su mayoría afroamericana, se manifestó en contra la inminente contaminación por un vertedero cerca de sus hogares, hecho que fue descalificado por las autoridades locales.
Los daños ambientales y riesgos para la salud que son consecuencia de prácticas nocivas, afectan más a las comunidades que han sido históricamente marginadas por su origen étnico, apartándoles de espacios con acceso a servicios básicos y de oportunidades laborales que les permitan tener un ingreso digno. El racismo ambiental es un término que señala la intersección entre el daño al medio ambiente y el trato desigual al que se enfrentan las comunidades racializadas.

De acuerdo con una investigación de la Universidad de Madrid, la pobreza acentúa la discriminación ambiental porque la aplicación de leyes y regulaciones ambientales suele ser menos estricta en comunidades de bajos ingresos. Es una forma de discriminación sistémica que tiene consecuencias en más de un ámbito.
Consecuencias del racismo ambiental
Las consecuencias del racismo ambiental van desde el impacto en la salud de las personas, el cambio en su modo de vida y la destrucción del entorno natural a causa de industrias contaminantes, vertederos de residuos y otras actividades peligrosas ubicadas en o cerca de estas comunidades sin analizar el impacto a la población, debido a que muchas veces son asentamientos irregulares (consecuencia de pobreza) o no relevantes para la productividad de la región.

Las comunidades más vulnerables pagan el costo del cambio climático y el racismo ambiental.
Exige acciones urgentesLa contaminación del aire y del agua con agentes tóxicos, metales pesados, pesticidas y químicos aumenta la tasa de enfermedades crónicas, mientras que el deterioro ambiental crece continuamente.
El Bosque, Tabasco: cómo el racismo ambiental se manifiesta en México
El Bosque, un pequeño pueblo pesquero, sufrió una devastadora erosión costera, la cual avanzó aproximadamente un kilómetro sobre la costa, afectando los servicios sanitarios, de educación y transporte.

A partir de 2022, la comunidad pidió a las autoridades ser reubicada, y alertaron sobre los riesgos que implicaba permanecer en la zona. Sin embargo, en noviembre de 2023, el avance del mar les obligó a abandonar su patrimonio sin ningún apoyo, lo que convirtió a El Bosque en la primera comunidad desplazada climática en México.
En febrero de 2024, el Congreso de Tabasco aprobó un dictamen técnico para su reubicación, pero no fue sino hasta finales de 2024 que el gobierno estatal reconoció oficialmente a 51 familias damnificadas.
Sin embargo, aún hay familias que no están incluidas en el padrón de beneficiarias, y la atención a necesidades urgentes de salud, educación y refugio sigue siendo un desafío. El racismo ambiental en México existe y está más cerca de lo que crees.

En El Bosque, Tabasco, cientos de familias han sido desplazadas, y silenciadas no por accidente, sino por un sistema que decide quién merece un futuro digno. Greenpeace exige políticas públicas que protejan a las comunidades que han sido históricamente excluidas.
Alza la voz contra el racismo ambiental, porque el medio ambiente sano también es un derecho humano.