
Este 11 de octubre, la indignación y el cansancio ante la crisis climática, así como la ineficiencia de nuestros funcionarios públicos, se materializan en miles de voces que llenarán las calles para exigir lo que la Tierra y las generaciones futuras nos están pidiendo a gritos: acción real frente a la crisis climática.
La Marcha por el Clima, la Vida y el Futuro es un espacio de esperanza, desobediencia civil y unión para recordar que el cambio no vendrá desde arriba, sino desde la fuerza de la sociedad y sus pueblos.
Desde Greenpeace México nos sumamos con entusiasmo y alegría al lado de quienes defienden la vida, pero también desde el sentido de urgencia y la necesidad de actuar a su favor: alzar nuestras voces y exigir el fin de la destrucción ambiental, la injusticia ecológica, la pérdida de biodiversidad y los modelos energéticos que ponen en riesgo nuestro futuro.
No hay tiempo que perder
Las señales son claras: la crisis climática ya está aquí. Huracanes cada vez más violentos que vulneran comunidades, incendios que devastan hogares, sequías que dejan sin agua a miles, aumento en el nivel del mar que desplaza pueblos enteros, inundaciones que colapsan nuestras ciudades, pérdida de biodiversidad como nunca en la historia… Pero hablar de la crisis también implica reconocer siglos de colonialismo extractivista que han convertido nuestros territorios en campos de saqueo, impidiendo que la Tierra siga nutriendo la vida.

Estamos llenos de rabia, pero no de miedo. En un país donde la defensa territorial y la justicia ambiental son criminalizadas y violentadas, se vuelve urgente crear más espacios de colectividad, esta marcha es un recordatorio de que la acción climática es también acción por la vida, marchamos por quienes ya enfrentan los impactos de la crisis, por quienes aún no tienen voz, por quienes vendrán, por nuestros hijos y por nosotros mismos.
Greenpeace: acción, esperanza y resistencia

Nuestro compromiso es con la vida y con los territorios que la sostienen, vivimos tiempos de múltiples amenazas, consecuencia de un modelo económico que prioriza las ganancias sobre la vida. Como ciudadanos y activistas de Greenpeace, nos comprometemos a no quedarnos callados ante la injusticia.
Sí, la protesta puede incomodar, pero más daño hace el silencio, por eso decidimos sumarnos como organización a esta movilización.
Aunque persista la impunidad y la indiferencia del gobierno, seguiremos resistiendo: contra los proyectos que hemos denunciado durante años, contra las empresas que creen que pueden comprarlo todo —pero jamás podrán comprar nuestro silencio—.
Saldremos a denunciar los megaproyectos que amenazan la vida, entre los que se encuentran el Proyecto Saguaro, el Tren Maya, el Corredor Interoceánico o el Proyecto Perfect Day de Royal Caribbean en Mahahual.
Marchamos porque creemos en un futuro donde la energía sea limpia y justa, donde la selva siga respirando, donde los océanos estén libres de plásticos, y donde las personas vivan en armonía con el planeta, marchamos porque es lo correcto.

La colectividad nos acerca: marchamos por la vida
La Marcha por el Clima, la Vida y el Futuro es más que una protesta: es una celebración de esperanza y un llamado urgente a los gobiernos y empresas para actuar con responsabilidad.
Es el recordatorio de que la indiferencia ya no es una opción y de que la acción colectiva puede cambiarlo todo.
Reconocemos que esta lucha debe ser interseccional, transnacional, diversa y orientada a la justicia, formamos parte de un movimiento más amplio, muchas veces liderado por pueblos y comunidades originarias, así como por personas que viven en condiciones de vulneración y marginación, entendemos las interdependencias entre detener el cambio climático, frenar la pérdida de biodiversidad y poner fin a las injusticias del capitalismo, el colonialismo y la guerra.
La justicia ambiental también es justicia social: es un tema de vivienda, de derechos, de dignidad, es reimaginar nuestro sistema económico y civilizatorio, la manera en que habitamos y construimos nuestras ciudades, por eso, diversas organizaciones salimos hoy con un mismo objetivo: nuestras luchas se reconocen, se enlazan y se abrazan.Hoy nos movilizamos con profunda esperanza, estamos convencidos de que defender a la Madre Tierra es defender la vida, es cuidarnos entre nosotros, ojalá llegue el día en que no tengamos que salir más, el día en que defender la vida no sea un acto radical, ojalá no tengamos que imaginar un sistema antiracista, antipatriarcal, anticolonial, anticapitalista y antiextractivista, necesitamos otros futuros… pero también otros presentes, porque la justicia climática es justicia para los pueblos.