Nos encontramos con la noticia de que la empresa Grupo Porcícola Mexicano mejor conocida localmente como Kekén ha recibido por novena ocasión el Distintivo de Empresa Socialmente Responsable (ESR). No obstante, cada vez son más las voces que cuestionan que la empresa sea social y ambientalmente responsable como lo asegura la Fundación del Empresariado Yucateco (FEYAC) y la misma Kekén.

En marzo del año en curso, Greenpeace México reveló su más reciente informe denominado La carne que está consumiendo al planeta en el que denunció los impactos negativos al ambiente y a las comunidades mayas en la Península de Yucatán, donde la empresa Grupo Porcicola Mexicano es la principal protagonista. Como parte de los hallazgos de la investigación se encontró que tres de sus plantas productoras de carne de cerdo se encuentran en Áreas Naturales Protegidas (ANP) y doce de ellas se encuentran en suelo de conservación de acuerdo con el Ordenamiento Ecológico Territorial de la Península de Yucatán, lo cual contraviene con ser una empresa sustentable.

Granjas porcícolas en Yucatán. Greenpeace / Tania Garnica
Granjas porcícolas en Yucatán. Greenpeace / Tania Garnica

Así también, se evidenció que existe un descontento social generalizado en las comunidades cercanas a las granjas porcícolas de Kekén, en el estado de Yucatán, principalmente porque no fueron consultadas previamente para la construcción de los emplazamientos, lo cual viola el derecho a la consulta previa, libre e informada y su derecho a la libre determinación mandatado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De acuerdo con la información obtenida en los testimonios colectados durante la investigación que realizamos, también se violan el derecho a la salud y a un medio ambiente sano. El incumplimiento de estos requerimientos mínimos indispensables es opuesto a ser una empresa socialmente responsable y va en total contraposición con el distintivo que se le atribuyó a la empresa por FEYAC.

Ante la publicación del informe “La carne que está consumiendo al planeta” el Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos (CIEDH) solicitó respuesta a la empresa  Kekén, en donde esta última, reiteró que cumple con los más altos esquemas de sustentabilidad y responsabilidad social en todas sus actividades de producción, comercialización y distribución de carne de cerdo. Ante esta respuesta Greenpeace ejerció el derecho de réplica y solicitó información a la empresa, principalmente sobre  los resultados de los muestreos y análisis de las descargas de aguas residuales de sus plantas de producción, así como su periodicidad y lugar de descarga, con objeto de verificar el cumplimiento de los límites máximos permisibles establecidos para los parámetros señalados en la NOM-001-SEMARNAT-1996 de la cual aseguran su cumplimiento, sin embargo no se recibió respuesta alguna. 

Pig Stall in Northern Germany. © Fred Dott / Greenpeace
Cerdos en granjas © Fred Dott / Greenpeace

Por lo anteriormente mencionado, se hace muy cuestionable la distinción de empresa socialmente responsable, e incluso se refuta por completo esta distinción otorgada por la Fundación del Empresariado Yucateco A.C. (FEYAC). FEYAC se ostenta como una organización de todos los empresarios yucatecos, con estatus de fundación comunitaria, opera de forma autónoma,  y busca beneficiar a grupos vulnerables. Por tanto, parece muy extraño que aún a pesar de las denuncias -por la inexistencia de consulta previa, libre, informada y culturalmente adecuada, despojo de tierras y la violación a un medio ambiente sano- realizadas por los pueblos indígenas y comunidades aledañas a las granjas porcícolas de Kekén, se haya otorgado dicha distinción.

Es por eso que desde Greenpeace hacemos un llamado a un cambio de modelo de producción y consumo de alimentos. Es necesario que reflexionemos acerca del modelo que queremos, pensar si lo que buscamos es un modelo industrial dominado por las grandes empresas que se autodenominan sustentables y socialmente responsables, a pesar de los problemas de fondo que ocasionan a los pueblos indígenas, el medio ambiente y la salud de las personas; o si  por el contrario, buscamos un modelo de producción y consumo, agroecológico, verdaderamente responsable con el medio ambiente y las comunidades. Un modelo que respete los ciclos de la naturaleza, la biodiversidad, los derechos humanos y que nos brinde alimentos sanos a precios justos. 

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