Una de las cosas que hacen que el cambio climático sea tan desastroso para la humanidad es su relación con el agua, ya que afecta su calidad, su disponibilidad y sus ciclos. No es cualquier cosa, las consecuencias muchas veces son fatales.  

El aumento de la temperatura global altera el comportamiento de los océanos y los ciclos de agua. En el último decenio, más del 90% de los grandes desastres naturales se produjeron a causa de inundaciones, tormentas, olas de calor, sequías y otros fenómenos meteorológicos, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres. 

Acceso al agua en México<div class= © Greenpeace / Robert Visser
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Acceso al agua en México
© Greenpeace / Robert Visser

Estos fenómenos metereológicos arrastran suministros enteros de agua o los contaminan con cargas de sedimentos, nutrientes y contaminantes. Esto afecta los ecosistemas de agua dulce y en consecuencia su consumo humano.

El calentamiento global también repercute en la disponibilidad del agua. Se estima que por cada grado de calentamiento global, aproximadamente un 7% de la población mundial estará expuesta a una disminución de al menos 20% de los recursos hídricos renovables, de acuerdo con el Informe de políticas de ONU-AGUA sobre el Cambio Climático y el Agua de la organización Un Water. 

Según el mismo informe, el impacto es diferenciado y desigual por tipo de región, ya que mientras que algunas regiones atraviesan períodos extraordinarios de sequía, otras sufren crecidas y tormentas cada vez más graves y frecuentes, y otras se enfrentan a ambos extremos. 

Las zonas costeras, por ejemplo, enfrentan un aumento acelerado del nivel del mar, lo que amenaza la vida de las comunidades cercanas. Se prevé que el peligro de crecidas del nivel del mar aumente en zonas de Asia Meridional, Asia Sudoriental, Asia Nororiental, África tropical y América del Sur; por el contrario, se espera que en los próximos decenios el cambio climático aumente la frecuencia de las sequías en muchas de las regiones que de por sí ya son secas. 

Sequías y cambio climático<div class= © Greenpeace / Daniel Beltrá