El transporte, tanto de personas como de mercancías, es uno de los destinos más importantes de los combustibles fósiles desde los inicios de la Revolución Industrial, particularmente desde el invento de la locomotora de vapor a principios del siglo 19.

Sin embargo, no fue sino hasta que el empresario automotriz estadounidense Henry Ford creó la línea de ensamblaje industrial, a principios del siglo pasado, cuando disminuyeron los costos y se popularizó el uso de automóviles particulares impulsados por gasolina, diesel y otros combustibles fósiles.

No por coincidencia, estos momentos históricos para el transporte también son cruciales para la historia del cambio climático, el transporte, la contaminación atmosférica y la calidad del aire.

Protesta contra la mala calidad del aire en Ciudad de México © Ilse Huesca Vargas / Greenpeace

Protesta contra la mala calidad del aire en Ciudad de México

Como lo demuestra la evidencia científica, las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera del planeta coinciden con el inicio de la Revolución Industrial, cuando millones de toneladas de carbón y derivados del petróleo empezaron a ser quemados para mover el desarrollo económico en países de Europa y Norteamérica.

Actualmente, el consumo de combustibles fósiles es responsable del  64% de las emisiones de GEI, casi un cuarto de ellas corresponden al sector transporte.  El asunto es tan grave que fue reconocido en la última conferencia contra el cambio climático en Polonia 2018 y en encuentros internacionales sobre energía y medio ambiente.

Actividad para promover aire limpio en Paris © Lucas Barioulet / Greenpeace

Actividad para promover aire limpio en Paris

En tanto, la aparición masiva de automóviles particulares alteró drásticamente la calidad del aire en zonas urbanas conforme avanzaba el siglo pasado, a tal punto que los días con restricciones para limitar las actividades al aire libre (conocidos en México como días de contingencia ambiental) son relativamente comunes a principios de este siglo. 

En la Ciudad de México, por ejemplo, que fue descrita por el viajero y científico Alexander von Humboldt como “la región más transparente del aire” en 1804, hemos llegado a un punto de contaminación que sólo ha permitido tener 17 días limpios en la Zona Metropolitana del Valle de México en lo que va del año. 

Con el descubrimiento de los daños y la amenaza del cambio climático, se hizo evidente la necesidad de disminuir las emisiones de los automotores, tanto para mejorar la calidad del aire y la salud a nivel local, como para mitigar el cambio climático. 

En este escenario, es urgente que las ciudades cuenten con más alternativas de movilidad baja en emisiones que promueven más el uso del transporte público y opciones no motorizadas como la bicicleta o caminar y menos el automóvil, sólo así podremos reducir drásticamente las emisiones contaminantes que afectan nuestra salud y la del planeta. 

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Urban Revolution Viaduct Protest in Mexico. © Argelia Zacatzi
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