May Day Demonstration against Far-Right Party in Narbonne, France. © JC Milhet / Greenpeace
© JC Milhet / Greenpeace

Hoy en día abundan las injusticias, la violencia, el extractivismo, los malos gobiernos, pero también, como las raíces de un árbol urbano que luchan fervientemente por romper el concreto, comienza a hacerse cada vez más abundante la voluntad. La voluntad de una sociedad cansada, decepcionada e impaciente. Esta voluntad es un reflejo claro de cómo usar nuestra ciudadanía, y hoy es su día. Un día que no se celebra: se conmemora y se vive. Un día que transforma nuestra ciudad, nuestro mundo, nuestra realidad y, más tangible aún, transforma a las personas que toca: a quienes hacen voluntariado y a quienes han recibido su cálido abrazo que no ayuda, sino que colabora.

El Día Internacional del Voluntariado fue instaurado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) el 17 de diciembre de 1985. Se decidió que cada año se conmemore el 5 de diciembre como el “International Volunteer Day for Economic and Social Development”.

A partir de esa decisión, gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y voluntades alrededor del mundo adoptaron la fecha como un momento para reconocer la labor voluntaria, promover la participación solidaria y visibilizar el valor del voluntariado. Aunque la voluntad va más allá de un día: es una forma de concebir la existencia en nuestro mundo, una manera de abrazar y entender que lo que nos rodea no nos pertenece, que el vecino no es nuestro enemigo. Es comprender que no se trata de ayudar, sino de construir y colaborar.

Las personas que dicen “sí” cuando el mundo lo necesita

Plastic Free Holiday Activity: Cleanup & Brand Audit in Matadi, DRC. © Christian Lotutala / Greenpeace
© Christian Lotutala / Greenpeace

Cada historia de voluntariado comienza con un sentimiento diferente. Puede ser impotencia, frustración, tristeza… pero también amor y cariño: una inquietud que crece en silencio hasta convertirse en decisión. Y aunque no siempre lo veamos del todo, ese gesto —ese “sí, yo actúo”— tiene raíces profundas en una historia global tejida durante décadas, pero siempre enfocada en la acción, el cambio y la búsqueda de un mundo mejor para todas y todos.

La voluntad acerca un piso firme a una familia, levanta comunidades, cambia leyes, protege a las especies que no tienen voz, detiene injusticias, lucha contra poderes fácticos que creen ser dueños del planeta. Son quienes llegan primero y quienes se van al final. Pero quizá lo más transformador es lo que ocurre en su interior. Una vez que se entiende y abraza una causa, se vivirá incómodo: incómodo al ver la devastación de la selva; incómodo sabiendo que millones de personas viven en pobreza viendo vulnerados sus derechos; incómodo permitiendo que empresas contaminen nuestros mares, envenenen a nuestra gente y nos despojen de nuestras tierras; un cansancio insoportable de ver a nuestras madres buscadoras, a nuestras hijas manifestándose por la vida o a nuestros incompetentes gobiernos.

Vivir haciendo voluntariado y activismo no siempre es una decisión: muchas veces no tenemos otra opción. Muchas veces nacemos inmersos en una realidad que no vamos a aceptar, una realidad que necesita que actuemos. Porque si las injusticias no se detienen, nuestra voluntad tampoco.

Pequeñas acciones, enormes olas: el poder colectivo

Ocean Protection and Activism Talk at MV Esperanza in Buenos Aires. © Juan Pablo Eijo / Greenpeace
© Juan Pablo Eijo / Greenpeace

Greenpeace es un ejemplo de lucha y resiliencia. Es un catalizador social que ha logrado impactos positivos increíbles en nuestro mundo; cambios que sus voluntades y activistas han cultivado. Porque sí: la lucha no es fácil. La lucha no se da de un día para otro. Hay luchas que duran años o décadas, luchas cuyos precursores jamás verán culminadas. Pero esa es la esencia del voluntariado: hacerlo porque es lo correcto, porque es lo justo. Hacemos voluntariado no porque busquemos un beneficio personal, sino porque es lo que se necesita.

La organización ha tenido luchas importantes, luchas que han mejorado la vida en el planeta. Porque eso buscamos: que la Tierra siga teniendo la capacidad de nutrir la vida. Y cada una de esas luchas tiene plasmada a cada voluntad que ha contribuido.

El voluntariado es tangible: se siente en la piel y se vive en las comunidades. Recientemente, Greenpeace dio acompañamiento a la comunidad de El Bosque en Tabasco. Con el trabajo de organizaciones aliadas, se logró su reconocimiento —por primera vez en México— como comunidad desplazada por el cambio climático. Esto llevó a que se incluyera en las NDC la adaptación como eje prioritario.

También se logró la ratificación del Tratado Global de los Océanos. En septiembre se alcanzaron las 60 ratificaciones necesarias para proteger, para 2030, el 30% de los océanos. Un logro histórico tras 20 años de lucha.

Este mismo año, voluntades y activistas de Greenpeace realizaron una acción en la Estela de Luz que llevó a que la Semarnat abriera un espacio de diálogo con Greenpeace México, comunidades y organizaciones de la península para proteger la selva maya. Logramos colocar el tema en la agenda pública nacional. Un logro increíble, pues da inicio a una verdadera protección de la selva.

Cada día, la voluntad es una trinchera de resistencia, un ejemplo de calidez humana y un faro de esperanza que va a contracorriente.

Una lucha por la vida… nuestras vidas

Global Week of Action - Solidarity against Energy Transfer's in Cologne. © Markus J. Feger / Greenpeace
© Markus J. Feger / Greenpeace

El voluntariado y el activismo son una lucha por la vida: por toda la que habita en el planeta, incluida la nuestra. Nos resulta indignante e imposible de aceptar que, paradójicamente, tratando de defender la vida, la nuestra pueda ser arrebatada.

América Latina es la región más peligrosa del mundo para las personas defensoras del medio ambiente. Organizaciones como el CEMDA y Global Witness documentan que quienes defienden la vida son atacados por oponerse a industrias extractivas y proyectos agroindustriales; básicamente, por no quedarse callados ante las injusticias.

México se encuentra entre los tres países más peligrosos del mundo para los defensores ambientales. Mientras más ardan nuestros bosques, más arderá nuestra voluntad. Mientras más vulnerada sea una comunidad, con más fervor la vamos a acuerpar.

Hoy, los poderes fácticos parecen enemigos de la vida: invierten en destruir el planeta y también en silenciar la lucha ambiental. Pero ni todo el dinero del mundo puede comprar la voluntad que corre por nuestras venas.

Donde termina la tormenta comienza el arcoíris

"Life after Corona" - Tour in Berlin. © Christophe Gateau / Greenpeace
© Christophe Gateau / Greenpeace

Todas las personas —y a la vez no cualquiera— pueden ser voluntarios. No es solo un título: es un acto de justicia, respeto, amor, compromiso, tiempo, convicción y congruencia. Estos son los ingredientes que nutren el espíritu del voluntariado: la fuerza y el corazón que impulsan a Greenpeace en todo el mundo.

Muchas veces, el voluntariado es caminar con quienes nadie quiere caminar: con la marginación, con el miedo, con el desplazamiento. Pero también es caminar con valor y coraje.Hoy, en este día, honremos a las y los defensores de la vida, que sin esperar nada a cambio lo dan todo. El voluntariado es sinónimo de abundancia, de amor, esperanza, resistencia. Es una forma de desobediencia civil y una bella forma de vivir. Todas y todos deberíamos tener el privilegio de hacer voluntariado al menos una vez en nuestras vidas.