
Al acercarse el segundo aniversario del Tren Maya, la narrativa oficial presume un proyecto terminado y un estandarte de progreso para el sureste de México. Sin embargo, lo que pocos saben, es que lo que representa un presunto desarrollo, bien podría encubrir un desastre ambiental.
Tras ser cuestionada sobre el final de la obra del Tren Maya, en abril de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que estaba “casi terminada”, reforzando la imagen de una promesa cumplida que pronto operaría en su totalidad.
Aunque, esta información se desmorona ante la evidencia de activistas, defensores del ambiente y organizaciones civiles, quienes revelan no un proyecto, sino un catalizador de violencia, degradación ambiental y fracaso económico.
Un informe denominado “Misión Civil de Observación sobre Impactos y Afectaciones del Proyecto Tren Maya (construcción y uso de las vías del tren y desarrollos colaterales) en los estados de Quintana Roo y Campeche (tramos 5, 6 y 7)”, expone un panorama de promesas incumplidas elaborado con participación de organizaciones, comunidades, personas académicas, así como representantes del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza.
¿Cuánto falta para acabar el Tren Maya?

A pesar de las declaraciones de la presidenta, una revisión detallada de su estado actual documentada en distintas notas periodísticas, reveló que importantes componentes de infraestructura, equipamiento y operatividad siguen pendientes, poniendo en duda su finalización a corto plazo.
La obra del Tren Maya aún presenta varios pendientes. La electrificación está incompleta, ya que faltan instalar catenarias en varios tramos de los 690 km previstos, un trabajo limitado a cuatro horas diarias por la operación parcial del tren.
Además, las plantas de generación eléctrica de la CFE, esenciales para su funcionamiento, aún no están terminadas: se espera que Mérida IV opere en breve y Riviera Maya-Valladolid hasta agosto de 2027.
Por si esto fuera poco, de los 42 vagones contratados con Alstom, solo se han entregado 18, por lo que más de la mitad de la flota aún no llega. Finalmente, también faltan por concluir obras menores, como los Centros de Atención a Visitantes a cargo del INAH, según reconoció la propia Sheinbaum.
Tren Maya: impacto ambiental y social

Pese a estos problemas, es preciso mencionar que los problemas del Tren Maya van más allá de su estado inconcluso y su inviabilidad financiera. El verdadero costo del proyecto se mide en las cicatrices indelebles que ha dejado en el tejido social y daño ambiental de la península de Yucatán.
De acuerdo con el citado informe, el Tren Maya propició dos graves problemas, uno social y el otro ambiental, los cuales consisten en la degradación ecológica y la descomposición social.
Entre las consecuencias ambientales más graves se encuentra la deforestación, pues el informe sustenta que se han talado 11,482 hectáreas de selva; la mayor parte de ellas sin la autorización correspondiente de cambio de uso de suelo.
Otro problema es el daño al sistema acuífero de la península de Yucatán, pues durante la construcción del ferrocarril se dañaron 130 cenotes con la instalación de 15,000 pilotes de acero directamente en el sistema de cuevas subterráneas.

El impacto en las comunidades locales ha sido igualmente severo, transformando la vida en la región de manera negativa. La construcción atrajo una población que, según el informe, abrió mercado para el consumo de drogas y la prostitución, provocando disputas entre grupos criminales.
La pregunta que queda en el aire es si el “progreso” prometido justifica el altísimo precio que ya está pagando la península de Yucatán.
¡Protejamos la Península de Yucatán! La riqueza natural enfrenta graves amenazas.
Tu voz y tu acción pueden marcar la diferencia. Únete para defender la península de Yucatán para las generaciones presentes y futuras.


