Mirando el segundo gráfico se puede observar que la venta de vehículos nuevos de alta emisión, debe reducirse en 2028. En resumen, tenemos alrededor de una década para prohibir completamente la venta de vehículos de gasolina y diesel.
También debemos referir que esta etapa de la investigación solo se enfoca en la industria del automóvil en Europa, y no en los vehículos en Asia y América. Se necesita más investigación para cubrir estas regiones. Es muy probable que algunos países necesitan eliminar de manera más rápida los carros que usan combustibles fósiles.
Arriba: DLR’s proyección actual para las ventas de automóviles nuevos en Europa. Abajo: ventas de autos con un 66% de posibilidades de mantenerse por debajo de 1.5 ° C de calentamiento. Fuente: Deutschen Zentrums für Luft- und Raumfahrt (DLR)
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El modelo de Noruega
Entonces, ¿qué tan realista es esto para 2028? Se estima que en Europa a finales de 2018 sólo el 2,35% de los automóviles y las furgonetas que se vendan nuevas serán eléctricas. Por lo tanto, cambiar en 10 años toda la industria de emisión alta en carbono a baja podría parecer una tarea imposible.
Pero estas son las buenas noticias: Noruega está demostrando la rapidez con que se pueden cambiar las cosas. En Noruega una combinación de incentivos fiscales y políticas gubernamentales están impulsando el asombroso crecimiento del automóvil eléctrico. Tanto es así que el país escandinavo estableció 2025 como la meta para que todos los autos nuevos tengan cero emisiones.
Noruega tiene el crecimiento de automóviles eléctricos más rápido del mundo. Fuente: Wikipedia
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Necesitamos pensar más allá de los automóviles
Reducir la contaminación del transporte no solo tiene que ser una opción entre los vehículos eléctricos de combustibles fósiles y los eléctricos.
Un plan de transporte verdaderamente sostenible debería consistir en la construcción de más carriles para bicicletas, una infraestructura de ciclismo que facilite a las personas completar viajes que típicamente realiza en automóvil. Se trata de hacer que el transporte público sea más asequible, lo que hace que las personas tomen más viajes en tren o autobús. Y debería tratarse de invertir en esquemas de uso compartido de automóviles y, a su vez, reducir la cantidad de vehículos en la carretera.
Seguir ese camino sería sensato por una gran cantidad de razones: significaría una reducción de la explotación de los recursos naturales, ya que un menor número de automóviles se traduciría en una menor demanda de acero y plástico destinados para la construcción de vehículos. También se traduciría en un camino para limpiar nuestro aire porque podrían eliminarse de nuestras calles los automóviles que contaminan.
Y lo más importante, significaría una oportunidad mayor de quedarnos debajo de 1.5°C de calentamiento global.