Lo que le hacemos al suelo, nos lo hacemos a nosotros mismos”, dijo alguna vez Vandana Shiva, física, filósofa y escritora india. Basándonos en esta gran verdad no es de extrañar, entonces, que los agrotóxicos que se usan en los campos donde se produce alimento terminen contaminando el agua y, por ende, a las personas. 

Lo dijo la FAO hace 5 años: “En muchos países, la mayor fuente de contaminación del agua es la agricultura -no las ciudades o la industria-”. Así lo comprobó el informe Más gente, más alimentos, ¿peor agua? Un examen mundial de la contaminación del agua de la agricultura, presentado junto el Instituto Internacional para el Manejo del Agua (IVM).

Hace apenas unos días esta triste verdad se volvió a confirmar y sumó un dato extra: existe una relación directa entre el modelo transgénico, las fumigaciones con agrotóxicos y el cáncer. Tal es el resultado de la investigación realizada por el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR (Universidad Nacional de Rosario, Argentina). 

Agua contaminada, el resultado de producir alimentos con veneno 

A nivel mundial el contaminante químico más común en los acuíferos subterráneos son los nitratos procedentes de la actividad agrícola, advierte el informe de la FAO. Esto que se usa como fertilizante es responsable de problemas en la salud humana y de nuestro ambiente. 

Tractor fumigando con pesticidas en plantación de manzanos

Para dimensionar la magnitud de esta contaminación basta decir que las tierras agrícolas reciben anualmente cerca de 115 millones de toneladas de fertilizantes nitrogenados minerales. Alrededor del 20 por ciento de estos insumos de nitrógeno terminan acumulándose en los suelos y la biomasa, mientras que el 35 por ciento acaba en los océanos.

Países en desarrollo como el nuestro representan el 25 por ciento del uso mundial de plaguicidas en la agricultura, pero suman el 99 por ciento de las muertes derivadas de su uso en el mundo.

A esta realidad preocupante, hay que añadir que tanto la ganadería  y la acuicultura (que se ha multiplicado por veinte desde 1980)  derivan materia orgánica (excreciones) y antibióticos a las aguas superficiales.

Soluciones hay muchas: limitar la emisión de contaminantes en el origen, o interceptarlos antes de que lleguen a los ecosistemas vulnerables; en las granjas minimizar el uso de fertilizantes y pesticidas, establecer zonas de amortiguación lo largo de los cursos de agua y los lindes de las granjas, o mejorar las instalaciones de control del drenaje.

Sin embargo, la aplicación y control de estas soluciones es escasa. El caso argentino lo demuestra a las claras. 

Crece el cáncer en los pueblos fumigados de Argentina 

Las personas jóvenes de los pueblos fumigados con agrotóxicos tienen 2,5 veces más probabilidad de padecer y morir de cáncer que las personas que viven lejos de los agroquímicos, determinó una investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario (UNR).

Vivir en pueblos fumigados aumenta el riesgo de padecer y morir por cáncer“, alertan los investigadores Damián Verzeñassi, Alejandro Vallini, Facundo Fernández, Lisandro Ferrazini, Marianela Lasagna, Anahí Sosa y Guillermo Hough.

Los datos arrojaron esta conclusión tras 7 años de una investigación inédita en su tipo, que se basó en estudios epidemiológicos de ocho localidades de Santa Fe y que involucró a 27.000 personas. 

Todas las localidades estudiadas (Acebal, Arteaga, Chabás, Luis Palacios, por solo nombrar algunas) basan su economía en el agronegocio, con predominio de cultivos transgénicos y uso de agroquímicos. 

Los científicos descubrieron que el porcentaje de fallecimientos por cáncer (tomando la referencia internacional de cien fallecimientos por cada 100.000 habitantes) en estas ocho localidades fue del 30 por ciento, mientras que a nivel nacional la cifra es mucho menor (19,8 por ciento). “Se demostró que la incidencia de cáncer en la población de las ocho localidades fue significativamente mayor en comparación a la población general. Y, en particular para la población femenina”, explicaron en una nota a Página 12

Es importante señalar que la investigación detalla que, en promedio, el 27 por ciento de los pesticidas utilizados en los países de altos ingresos (como Estados Unidos) están en la categoría altamente peligrosos“, mientras que el porcentaje aumenta a 45 en los países de ingresos bajos y medios (como Argentina)

Además “las cantidades por hectárea son muy superiores a las utilizadas en Europa o Estados Unidos”, señala la publicación, que cita decenas de trabajos científicos que dan cuenta de la presencia de agrotóxicos en ríos, napas de agua, suelos urbanos, alimentos e incluso en agua de lluvia.

Una vez más, ante la pregunta de qué hacer frente a esta situación es clara. Desde el Instituto de Salud Socioambiental proponen reducir el uso de agrotóxicos y, sobre todo, hacer un llamado a aplicar el “principio precautorio”, vigente en la legislación argentina, que implica el tomar medidas de protección cuando está en riesgo la salud y el ambiente. 

La sensación que queda es que es difícil esperar que desde sectores responsables se tome ninguna medida al respecto.