Respect the Amazon Expedition: Juruá River. © Nilmar Lage / Greenpeace
© Nilmar Lage / Greenpeace

La selva maya y el Amazonas son los dos bosques tropicales húmedos más extensos del continente americano. Mientras el Amazonas ostenta el título de la selva tropical más grande del mundo, la selva maya es la segunda más grande de América y la más extensa de Centroamérica, una mancha verde que se extiende por México, Guatemala y Belice. Sin embargo, lo que pocos conocen es que estas dos selvas comparten un mismo desafío ambiental.

Ambos ecosistemas tienen características fundamentales como un clima tropical con alta pluviosidad, una biodiversidad casi incomparable y una función vital como sumideros de carbono que regulan el clima no solo a nivel regional sino global. 

De esta forma, la selva maya y el Amazonas son dos pulmones verdes que sostienen el equilibrio planetario y cuyo destino está íntimamente ligado. Te contamos más sobre estas circunstancias.

¿En qué se parecen la selva maya y el Amazonas y por qué enfrentan los mismos problemas ambientales?

Illegal Mining in the Sararé Indigenous Land in the Amazon. © Fabio Bispo / Greenpeace
© Fabio Bispo / Greenpeace

Más allá de sus similitudes ecológicas, la selva maya y la selva Amazonas son el hogar de especies emblemáticas como el jaguar, ambas selvas enfrentan un asedio similar. A pesar de los miles de kilómetros que las separan, las amenazas que acechan a estas selvas son impulsadas por las mismas causas: la urbanización, la falta de políticas públicas para su preservación y una insaciable demanda de recurso:tala, cacería ilegal, deforestación y desarrollo inmobiliario. 

Por otro lado, la agricultura industrial es otro de los principales motores de la deforestación en ambos ecosistemas. En la selva maya, el avance no planificado de la frontera agropecuaria extensiva está dejando cicatrices visibles en el paisaje. 

Un análisis de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés) reveló que la ganadería es la vanguardia de esta destrucción ambiental en países como Guatemala, actuando a menudo como precursora de vastas plantaciones de palma aceitera. 

La escala se magnifica en el Amazonas, donde, según un informe de la BBC sobre datos de la Organización de Naciones Unidos para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, un asombroso 80% de la pérdida de bosques en Brasil está directamente relacionado con la creación de pastos para el ganado. 

PT Megakarya Jaya Raya (PT MJR) Oil Palm Concession in Papua. © Ulet  Ifansasti / Greenpeace
El Amazonas se está apagando

Cada minuto desaparecen hectáreas de bosque por la ganadería y la minería ilegal.

Firma para salvar el Amazonas

Este análisis vincula el acaparamiento de tierras, conocido como grilagem en Brasil, que utiliza el ganado como una forma barata de ocupar ilegalmente tierras públicas para la especulación. A esto se suma la minería ilegal, una amenaza creciente que, según la BBC, envenena ríos y arrasa bosques en el Perú, Surinam y Venezuela.

Los grandes proyectos de infraestructura, a menudo impulsados sin una planificación ambiental adecuada, fragmentan los ecosistemas y abren las puertas a la devastación. El proyecto del Tren Maya, por ejemplo, ha hecho sonar las alarmas de Greenpeace por la tala de millones de árboles y la falta de estudios de impacto rigurosos. 

Greenpeace dumps stone material in front of  SEMARNAT and demands: No more Calicas in the  Selva Maya!. © Gustavo Graf / Greenpeace
La Selva Maya está en peligro

Millones de árboles están siendo talados por megaproyectos y deforestación.

Firma para proteger la Selva Maya

¿Qué pasaría si desaparecen la selva maya y el Amazonas?

La pérdida de estas selvas no sería sólo un problema local, sino una catástrofe con consecuencias globales. El impacto desestabilizaría el clima, colapsaría la biodiversidad y alteraría la vida de millones de personas de forma irreversible.

Manicoré River in the Amazon in Brazil. © Valdemir Cunha / Greenpeace
© Valdemir Cunha / Greenpeace

De acuerdo con datos de la WWF, la pérdida del Amazonas liberaría cantidades masivas de carbono a la atmósfera, haciendo imposible mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados centígrados. 

Al respecto, el climatólogo Antonio Donato Nobre en entrevista para la BBC, aseguró que sin los ríos del Amazonas, que transportan humedad vital para la agricultura en Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil, una vasta región de Sudamérica “sería un desierto”

Mientras el colapso de la selva maya tiene consecuencias globales cuantificadas, la Alianza Mexicana de Fotografía para la Conservación (AMFC) enmarca la lucha por la supervivencia de la selva maya como una carrera a contrarreloj, subrayando su papel como estabilizador climático regional.

La destrucción de estos bosques significa la aniquilación de ecosistemas únicos. En la selva maya, la implacable pérdida de hábitat está empujando al borde del abismo a especies icónicas como el jaguar, el tapir y el pecarí de labios blancos.

De acuerdo con la Asociación TerraVida y el Instituto de Biología de la UNAM, en la selva maya, el crecimiento urbano impulsado por el Tren Maya está provocando una fragmentación de los ecosistemas en la Península de Yucatán, afectando gravemente el hábitat de muchas especies. 

Esta transformación del paisaje, sumada al cambio de uso de suelo y a la pérdida de biodiversidad, compromete los servicios ecosistémicos esenciales, como la regulación del agua, la captura de carbono y la polinización. Según Luis Zambrano González, investigador de la UNAM, la disminución de polinizadores —insectos y murciélagos— derivada de la pérdida de su hábitat natural podría reducir significativamente la producción agrícola y aumentar la vulnerabilidad ambiental de la región frente al cambio climático.

Soya Plantations in Formosa do Rio Preto, Bahia State, Brazil. © Victor Moriyama / Greenpeace
© Victor Moriyama / Greenpeace

Para Greenpeace, una de las principales amenazas es la agricultura industrial que contamina el manto acuífero, una reserva de agua dulce vital para la región. 

Además, el costo humano por la destrucción de la selva amazónica sería incalculable. Ahí viven 47 millones de personas, incluyendo más de 500 grupos indígenas distintos que dependen de sus recursos para su sustento, cultura y supervivencia, según datos de WWF.

Por su parte, la destrucción de la selva maya no solo acabaría con los medios de vida de innumerables comunidades, sino también con un invaluable conocimiento ancestral sobre el manejo sostenible del bosque que se ha transmitido por generaciones.

Sin embargo, no todo está perdido. Proteger estos dos pulmones de América no es solo una responsabilidad regional, sino una necesidad urgente para garantizar un futuro sostenible para todo el planeta.

Background Documentation Amazon. © Greenpeace / John Novis
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