
En diciembre de 2024, el Tren Maya desató una fuerte polémica luego de que la Sedena clasificara como “fauna nociva” a varias especies en riesgo y contratara a una empresa para controlarlas. Esta decisión evidenció, una vez más, la vulnerabilidad de muchos animales en la península de Yucatán.
En el marco del Día Mundial de los Derechos de los Animales, que reconoce que todos los seres vivos merecen respeto y una vida libre de crueldad, desde Greenpeace señalamos la gravedad de que, en nombre de la infraestructura, se trate como amenazas a especies en la península de Yucatán, como el jaguar, hoy en peligro de extinción.
Esta clasificación también impacta otros animales, como el tapir, venado y monos araña, y revela una contradicción profunda: mientras la documentación del propio proyecto apela a la “Declaración Universal de los Derechos de los Animales”, en la práctica se prioriza la operación ferroviaria por encima de la biodiversidad.
Fauna afectada por el Tren Maya
De acuerdo con datos del contrato TM-CGRMSG-SVS-0200/204, se considera que un amplio espectro de la vida silvestre de la selva son “peligrosas” para la operatividad del Tren Maya.
Para mitigar este supuesto riesgo, el contrato autoriza una serie de estrategias invasivas que van mucho más allá del simple ahuyentamiento. Se permite el uso de pirotecnia, ruidos y feromonas como herramientas para ahuyentar animales.
Además, se contempla un programa de manejo de hábitat que incluye podas de flora, creación de barreras y reubicación de bebederos para alejar a los animales de las vías. Dichas acciones fragmentan los ecosistemas.
¿Cómo afectó el Tren Maya al medio ambiente?
La construcción abrió una brecha de más de 60 metros de ancho a través de la selva maya, erigiendo una barrera física que impide el libre movimiento de especies como el jaguar, crucial para su reproducción, caza y diversidad genética.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la presión del Tren Maya se suma a otras graves amenazas para la selva y el jaguar, como el desarrollo inmobiliario masivo y las mega granjas porcícolas.
En respuesta a la controversia, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) emitió un comunicado aclarando que, según la Norma Oficial Mexicana NOM-032-SSA2-2010, especies como el jaguar, el tapir y el venado no son consideradas “fauna nociva”.

Sin embargo, este conflicto expone una fractura fundamental entre los imperativos operativos del megaproyecto y las propias leyes de protección ambiental de México. Clasificar especies protegidas como “nocivas” en su propio territorio no es solo una contradicción; es una condena al modelo de planeación del proyecto, que prioriza la eficiencia ferroviaria sobre la biodiversidad.
Desde Greenpeace se ha alzado la voz para que revisen la situación, garanticen el cumplimiento de la ley y colaboren con expertos en un plan real de protección para la selva maya.
Los animales de la selva maya no son “fauna nociva”; son parte esencial de un ecosistema único que hoy se encuentra en grave riesgo.
La selva maya necesita tu voz hoy. No podemos permitir una tragedia ecológica de esta magnitud. Únete a quienes defienden la vida en su propio hogar.


